No eres tan diferente a mí. Todes cavilamos, reflexionamos y nos decimos en nuestro interior lo que pensamos. Analizamos, especulamos y deducimos. Cada cual lo hace a su manera; yo a veces lo hago en alto.
Con quién hablo, te puedes preguntar. Pues bien, hablo conmigo. Puedes llamarlo pensar en alto, si quieres. A cualquiera que se lo cuentes puede que te mire como si hubiera aparecido un fantasma de la nada o bien que se identifique con ello y te confiese que también lo hace.
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Ahora viene la parte en la que me centro en si esto es un acto dañino o no para nosotres... según yo lo veo, en su justa medida es positivo. En ocasiones no tener compañía puede incitarnos a hablar en alto, y de ahí notar que esto nos reconforta de alguna manera. Como dice Ana Tijoux, feminista y cantante, en su precioso tema Sacar la voz: no estoy sola, estoy conmigo.
Y desde aquí quiero hacer llegar a cada persona que me lea algo muy importante: no eres menos que nadie por expresarte de esta forma.
Ahora bien, como antes ya dije, en su justa medida. Por tanto, debemos ser conscientes de ello y no hacerlo excesivamente. De lo contrario, nuestra mente sufriría de forma semejante al protagonista de La Novela del Ajedrez, tal y como nos lo hizo llegar su autor, Sweig, en esta breve novela del siglo XX.
Y es que nuestra mente es tan, o incluso más complicada, que este juego de mesa.
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